Investigadores del Servicio Geológico de Estados Unidos colocaron un collar con GPS a una hembra de oso polar con el objetivo de seguir sus movimientos durante dos meses. Un registrador de temperatura implantado bajo su piel registraba cuándo y por cuánto tiempo estaba en el agua. Así se pudo saber que estuvo nadando durante nueve días consecutivos y cubrió una distancia de 687 kilómetros.
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